Es común escuchar de programas culturales, denunciar prácticas o criticar a personas que parecen incultas. Del mismo modo, cuando no se tiene mucho que decir sobre una persona, se puede decir de alguien que es “culto” y hablar sobre “culturas populares”. Estos usos hacen que las ideas rebote entre el arte, el conocimiento, las artesanías y la agricultura siempre dejando una imagen borrosa sobre el concepto de cultura.
La palabra cultura inicia su camino como una metáfora agrícola, pero eso es todo lo importante que hay que saber sobre su etimología. Lo primero que hay que saber es que el concepto de cultura no es unívoco; lo que quiere decir que no adquiere el mismo significado en todos los casos. Por consiguiente, hay varias maneras de entender lo que significa cultura.
El punto de vista evolucionista (Tyler, Spencer, Chaile, White, Steward, Harris) indica que la cultura es “aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la especie humana”. De esta manera separa, de un modo muy simple, a la cultura de la naturaleza. Podría decirse que para el evolucionismo, lo que atañe al campo de la cultura es lo sintético. Una fruta no es cultura, pero se vuelve un elemento cultural si se combina con sal, limón y chile ya que esta combinación no existe por sí misma en la naturaleza.
Para el culturalismo (Boas, Kroeber, Mead, Benedict, Herskovits) la cultura se explica como las “pautas implícitas y explícitas de y para la conducta, adquiridas y transmitidas mediante símbolos exclusivos del grupo humano y que incluyen su materialización en forma de utensilios (aunque el núcleo principal de las mismas son las ideas tradicionales es decir, obtenidas y seleccionadas históricamente) y los valores que implican”. A diferencia del evolucionismo, éste paradigma se enfoca hacia las razones por las cuales se producen objetos y comunicaciones. Por ejemplo, la cultura se materializa en el tenedor y los palillos chinos, pero éstos no son en sí la cultura sino las tradiciones y costumbres que han llevado a diversos grupos a elegir cada utensilio para el consumo de alimentos.
El funcionalismo (Durkheim, Malinowski), así llamado porque explica los fenómenos sociales en términos de su funcionalidad a la satisfacción de necesidades, entendiendo a la sociedad como un organismo vivo; ve a la cultura como un instrumento para la satisfacción de las necesidades humanas. De cierta manera, es como un registro de las soluciones encontradas para los problemas que se han ido presentando a lo largo de la existencia humana. Podríamos regresar al ejemplo de los cubiertos de mesa. Cada uno debió iniciar su existencia como la respuesta a la pregunta ¿cómo me llevo el alimento a la boca, sin ensuciarme las manos? Las diferencias en las soluciones se dieron por las condiciones en las que esta interrogante halló respuesta, los diversos materiales y capacidades tecnológicas crearon utensilios diferentes. Éstos a su vez, al haberse popularizado, alteraron el proceso mediante el que se realizaron otras creaciones. Es por esto que las cocinas tradicionales, en las que se usan palillos como cubiertos, raramente requieren de cuchillos en la mesa para ingerir alimentos.
Dentro del pensamiento estructuralista (Radcliffe-Brown, Levi-Strauss) hay dos conceptos que son útiles para definir la idea de cultura. La estructura como realidad: Que se refiere a una realidad concreta, vida cotidiana que se puede etnografiar, habla de relaciones entre sus elementos y diferencias de estatus entre sus componentes. La estructura como forma: Se refiere a las abstracciones, sistemas de valores, normas y deberes que rigen las relaciones. Entonces, para los estructuralistas, la cultura es un mensaje que puede ser decodificado dentro del grupo social. Volviendo al tenedor y los palillos. Gracias a la globalización estamos en contacto con símbolos que se van integrando a nuestras culturas creando interesantes mezclas, sin embargo ¿qué haría alguien que no supiera el modo en que comen en Japón si se le entregaran palillos para comer? Estamos suponiendo en este caso a una persona occidental que podría comprender el uso de los cubiertos que le son “tradicionales”, también comprendería la idea de comer con las manos. Entonces, al ver que no tiene cubiertos podría solo pensar dos cosas. La primera es que al mesero se le olvidaron los cubiertos, la segunda, que ese platillo se come con las manos. Nuestro sujeto no ha participado en la tradición de comer con palillos, no es miembro de ese grupo social y no tiene las instrucciones para decodificar el mensaje.
En la teoría de sistemas (Parsons) la cultura es “un sistema pautado y ordenado de símbolos que son objeto de la orientación de los actores, componentes internalizados del sistema de la personalidad y pautas institucionalizadas del sistema social”. Para entender esta perspectiva hay que tener en cuenta que en un sistema todas las cosas están conformadas por partes que interactúan para cumplir un mismo propósito y dar respuesta a una unidad compleja. Hay una interdependencia entre las partes del sistema, un cambio en uno, afecta a todos. Además, el sistema es un “todo” y no es posible desarrollar sólo una parte del sistema, por lo que existe un principio holístico. Así, para terminar con el gastado ejemplo de los palillos y los cubiertos, los restaurantes japoneses dentro de mercados occidentales ofrecen normalmente palillos como instrumento para llevarse la comida a la boca, sin embargo, al saber que muchos de los comensales no están acostumbrados, también ofrecen cubiertos occidentales y en ocasiones, un punto medio, palillos arreglados con algún elástico para facilitarle la vida a los que quieran usar instrumentos de otra cultura pero no estén acostumbrados. Estas prácticas de los restauranteros están guiadas por el conocimiento que tienen sobre el mercado en el que se encuentran, además de que saben que en el mercado occidental, los restaurantes asiáticos son percibidos como un elemento exótico domesticado y los palillos son parte de la experiencia. Si el mercado occidental viese a estos establecimientos como simples expendios de comida, nadie ofrecería palillos a los comensales.
Cada quien puede inclinarse hacia el paradigma que le resulte más conveniente para resolver la problemática en que se encuentre. Esto es posible ya que todos gravitan en torno a la cultura como la transmisión de símbolos y significados creados por los humanos para atender sus necesidades. Lo cual nos deja en claro que todo humano, por el simple hecho de vivir en una comunidad, tiene cultura y aquellos que apoyen la idea de que puede existir alguna persona “inculta” solo demuestran su profunda ignorancia sobre el concepto mismo de cultura.
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