Imagen: Inauguración del Water Tower Art Fest, Sofía, BG. 2014.
La utilización del concepto de gestor cultural no pretende anular otras denominaciones usadas con frecuencia en algunos contextos (promotor cultural, animador cultural, dinamizador cultural, etc.) sino fomentar una cierta convención sobre ciertos perfiles profesionales de la intervención en el sector cultural. Podría entenderse que esta nueva denominación, surgida de nuevas profesiones, se pretende contraponer un discurso más comunitario a un planteamiento más técnico por lo que es pertinente aportar algunas consideraciones:
El concepto de gestión puede abarcar muchas lecturas y posiciones, pero su utilización en algunas nuevas profesiones (gestión ambiental, gestión del urbanismo, gestión de calidad de vida, gestión de las ONG, etc.) responde a la necesidad de llevar a cabo nuevas funciones en el proceso de desarrollo de nuestras sociedades. No podemos olvidar que la misma gestión de la cultura puede ser respuesta a diferentes intervenciones de diversos agentes sociales. Es decir, la gestión cultural adquirirá un sentido político y técnico diferente si se realiza desde la sociedad civil y las ONG o desde el sector industrial.
En el sentido de práctica profesional, la gestión podría aparecer entonces como una tecnología, solo que su campo de acción es complejo y las variables sociales (o de otras índoles, como por ejemplo la política) no pueden ser reducidas con facilidad a las exigencias de la praxis o de la teoría. En este sentido, es importante acotar que la gestión cultural tiene que ver con el fomento y reconocimiento de las prácticas culturales, la creación artística, la generación de nuevos productos, la divulgación con la promoción de los significados y valores de las expresiones culturales y la preservación de la memoria colectiva y la conservación de los bienes culturales. (Martinell Sempere, 2005)
Aproximarse a una definición sobre la gestión cultural, en el momento actual, requiere reflexionar y establecer los aspectos clave de las relaciones con otras disciplinas de las cuales se nutre la gestión cultural. Tanto su base teórica (filosofía, sociología, antropología, teorías administrativas, economía, pedagogía, comunicación, psicología, etc.) como los instrumentos para la intervención, deben generar una mirada estructural de la gestión. Ante todo, con una mirada ética para poder identificar y diseñar así perfiles de formación coherentes, y niveles profesionales para la intervención cultural.
Fuentes
Arias López, J. (2016, 11). La profesionalización del gestor cultural: una mirada desde los procesos de formación personal. Retrieved from SUV Universidad de Guadalajara: http://www.udgvirtual.udg.mx/remeied/index.php/memorias/article/viewFile/227/134
Martinell Sempere, A. (2005). La formación en gestión cultural en iberoamérica. Retrieved from Iberformat.
UNESCO. (2005, 08). Formación en Gestión Cultural y Políticas Culturales. Retrieved from UNESCO: https://en.unesco.org/creativity/sites/creativity/files/training%20in%20cultural%20management_es.pdf