Imagen: Pirot, Serbia. 2013.

Escrito en antiguo eslavo eclesiástico, utilizando el alfabeto cirílico.
A través de las malas películas de los años ochenta del siglo pasado, cuyos temas usualmente giran en torno a Estados Unidos combatiendo a una entidad maligna conocida entonces como Unión Soviética, muchos han tenido contacto (al menos visual) con el sistema de escritura cirílico. Es esta limitada exposición lo que crea mitos y dudas en torno al alfabeto. Para iniciar, no es “el alfabeto ruso” aunque ciertamente la unión soviética ayudó a su expansión. Esto también significa que no se utiliza únicamente para escribir ruso. Más de sesenta lenguajes usan el sistema, desde Europa central hasta Mongolia diversas etnias y sistemas políticos se comunican utilizando este sistema que ha sobrevivido la expansión de la escritura latina desde hace más de diez siglos.
La creación del alfabeto cirílico siempre estuvo involucrada con motivos políticos, por intereses expansionistas y diversas formas de entender el cristianismo; todo esto se nota desde el inicio de su historia, en el año 862, cuando el príncipe Rastislav de Gran Moravia (aproximadamente ubicada en los actuales territorios de Eslovaquia y la República Checa), solicitó al emperador bizantino Miguel III, obispos y maestros que pudiera educar a su pueblo en lengua eslava. La razón para hacer esto es que, a pesar de que la Gran Moravia ya se había convertido al cristianismo, querían distanciarse de los francos a cuyo rey el príncipe había jurado lealtad, a falta de una mejor opción para la supervivencia de su pueblo. Miguel II respondió y envió a Constantino (Cirilo) y Metodio, dos tesalonicenses que habían aprendido la lengua eslava que se hablaba en su ciudad, Tesalónica, un puerto griego, que debido a su cercanía al imperio búlgaro, contaba entre sus habitantes a muchos eslavos. De éstos, los hermanos Cirilo y Metodio, aprendieron su variante de la lengua eslava.
Al año siguiente, los hermanos llegaron a Moravia con un grupo de discípulos y comenzaron a educar y a dar misa en lengua eslava. Sin embargo, no satisfecho con simplemente hacer su trabajo, Constantino diseñó un sistema de escritura con el cual pudiese traducir los textos griegos y latinos con mayor facilidad a la lengua eslava. De esta manera surgió el alfabeto glagolítico, un sistema de escritura diseñado para favorecer la expresión gráfica del idioma eslavo.
Cuatro años después, en 867, el papa Nicolás I invito a los hermanos a Roma. Su labor había sido polémica ya que había obispos que reclamaban el control eclesiástico sobre el territorio en el que trabajaban. Llegaron al año siguiente cuando Nicolás I había ya muerto. Fueron recibidos por Adriano II quien autorizó el uso de la liturgia eslava. Además, en esa visita los hermanos fueron ordenados sacerdotes. Al año siguiente Constantino muere, con el paso del tiempo y debido a las perdidas y malentendidos en traducciones, será mejor conocido como Cirilo.
Metodio continuó su labor, en su nuevo papel de Arzobispo de Gran Moravia, Panonia y Serbia, lo cual de nuevo creó problemas con los francos que pretendían el poder de la zona y a diversas ambigüedades en la ley eclesiástica que no tiene sentido revisar en este momento. Debido a esto, Metodio pasó dos años y medio como prisionero en Ellwagen hasta que el papa Juan VIII obtuvo su liberación y reinstauración en su cargo. Hasta el final de sus años, el papa apoyó a Metodio frente a la expansión del poder de los francos, es por esto que a la muerte de Juan VIII en diciembre del año 882, Metodio de nuevo se encuentra en problemas y renueva su contacto con el emperador bizantino.
Metodio murió en el año 885 complicando la existencia del sistema que había construido junto con su hermano. Antes de fallecer, Metodio había designado a Gorazd, un eslavo, como su sucesor; sin embargo este deseo no fue reconocido por el papa, Esteban V, quien en su lugar puso a un Suabio y junto con su decisión, también prohibió el uso de la liturgia eslava. Los discípulos de Cirilo y Metodio fueron expulsados de Gran Moravia y huyeron hacia el sur, hacia el imperio búlgaro donde fueron bien recibidos y fueron comisionados para crear escuelas teológicas. Fue en una de éstas que, años después, el alfabeto cirílico surgió: la escuela literaria de Preslav.
La facilidad con que fueron aceptados los discípulos de Cirilo y Metodio en el imperio búlgaro se debe a que desde su adopción del cristianismo, en el año 865, las ceremonias eran conducidas por clero bizantino y en griego. Temiendo la influencia del imperio bizantino y su efecto dentro de sus tierras, Boris I decidió adoptar el nuevo sistema eslavo para preservar la independencia política y la estabilidad de Bulgaria. Por esta razón, tomó la decisión de crear escuelas que enseñasen el lenguaje y sistema eslavo de escritura, siendo ubicadas las primeras dos en Pliska y Kutmichevitsa.
Este sistema fue poco a poco sustituyendo al sistema glagolítico y posteriormente fue difundido hacia el este, hacia el Rus de Kiev, antecesor cultural de los pueblos rusos, ucranianos y bielorrusos.
Actualmente, haciendo a un lado su asociación con terribles filmes ochenteros, el alfabeto cirílico es uno de los sistemas de escritura oficiales de la Unión Europea junto con el latino y el griego, mostrando, quizá, un momento de descanso en la batalla por reconocimiento que, este alfabeto de origen Moravo-Balcánico, ha tenido que luchar desde el inicio de su existencia.